Las condiciones en el Éverest son severas. La caminata hasta la cima puede durar varias semanas, y el peligro acecha a cada paso. El tiempo es duro e impredecible. Cerca de la cumbre, la temperatura nunca supera el punto de congelación.
Alrededor de los 26,000 pies de altitud, los alpinistas entran en lo que se conoce como la Zona de la Muerte. El aire tiene poco oxígeno, por lo que la mayoría de los alpinistas llevan máscaras de oxígeno. Aun así, pueden sufrir mal de altura. Esta grave enfermedad les debilita y confunde, y puede ser mortal.
En el último siglo, más de 320 personas han muerto en el Éverest. Entre ellas, más de 100 sherpas. Ellos corren un riesgo mayor que otros alpinistas porque atraviesan varias veces los tramos más peligrosos.
El 18 de abril de 2014, una avalancha mató a 16 sherpas en el Éverest. Habían cargado el equipo a través de una zona llamada la Cascada de Hielo de Khumbu. El pasado abril, tres sherpas murieron en la misma zona cuando una enorme placa de hielo se desprendió y los sepultó. Fue uno de los años más mortíferos de la historia del Éverest.