LeShawn Lyle dedica casi todo su tiempo libre al baloncesto. Casi todos los días, después de clase, te encuentras a este alumno de quinto grado de Chattanooga, Tennessee en la cancha, copiando los movimientos de sus jugadores profesionales favoritos. Los fines de semana, viaja a veces durante horas para competir en torneos.
Ha jugado en al menos otros nueve estados, entre ellos Texas y Florida. Un sitio web clasifica a LeShawn como el octavo mejor jugador de baloncesto de todo el país entre los niños de su edad.
“Quiero ir a la NBA —dijo LeShawn—. Eso requiere entrenar mucho, dedicación y trabajo duro”.
LeShawn es uno de los innumerables jóvenes deportistas de todo EE. UU. que sueñan con llegar a ser profesionales algún día. Muchos niños entrenan y compiten todo el año en deportes como el fútbol, el béisbol, la natación y el tenis.
Sin embargo, no todo el mundo piensa que tanta competición sea una buena idea. Hay quienes dicen que somete a los niños a demasiada presión y les quita la diversión de practicar deporte. Argumentan que cuando competir empieza a sentirse como una obligación, los niños pierden interés.